El autor propone que los beneficios de acciones enérgicas y tempranas superan con creces los costes económicos de la inacción.
Dado que el cambio climático es un problema global, la respuesta ante el mismo debe ser internacional. Debe basarse en una visión compartida de los objetivos y en acuerdos sobre marcos que aceleren las acciones a lo largo de la próxima década, y debe inspirarse en enfoques que se refuercen mutuamente a nivel nacional, regional e internacional.
Todos los países serán afectados. Los países más pobres serán los más vulnerables. Ya no es posible impedir el cambio climático que tendrá lugar a lo largo de las próximas dos o tres décadas, pero es posible proteger en cierta forma nuestras economías y sociedades contra sus impactos.
Las emisiones pueden reducirse mediante una mayor eficiencia energética, modificaciones de la demanda, y la adopción de tecnologías de energía limpia, calor y transporte.
Tienen que formularse tres elementos de la política para una respuesta global efectiva:
- Fijar el precio del carbono, aplicada a través de impuestos, comercio de emisiones o regulación
- Apoyar la innovación de tecnologías bajas en carbono
- Establecer medidas para eliminar las barreras a la eficiencia energética, y para informar, educar y persuadir a las personas acerca de lo que pueden hacer para responder al cambio climático.
Los principales elementos de futuros marcos internacionales deberán incluir:
- Comercio de emisiones: Es una poderosa manera de fomentar reducciones de emisiones rentables y promover acciones en países en desarrollo.
- Cooperación tecnológica: Es una poderosa manera de impulsar la eficiencia energética.
- Medidas para reducir la deforestación: La pérdida de bosques contribuye más a las emisiones globales de carbono.
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